miércoles, 4 de noviembre de 2009

De libreros, libros y lectores

"Me encanta ir a las librerías y conocer a los libreros. Realmente los libreros son una raza especial. Nadie en su sano juicio aceptaría trabajar de dependiente en una librería por el sueldo, y ningún propietario en sus cabales querría ser dueño de una, porque el margen de ganancias es demasiado bajo. Así que tiene que ser un amor a la lectura lo que les empuja a hacerlo, junto con ser los primeros en hojear las novedades (...) Me asombraba entonces, y todavía me pasa, que mucha gente que deambula por las librerías en realidad no sabe lo que busca...Lo único que quieren es mirar y esperar a encontrar un libro que les llame la atención. Y luego, al ser demasiado inteligentes para confiar en la contracubierta del editor, le harán al librero las tres preguntas: 1) ¿de qué va?, 2) ¿lo ha leído?, 3) ¿vale la pena?.
Los libreros de verdad, incorregibles, como Sophie y yo, no saben mentir. La cara siempre nos delata. Una ceja levantada o una mueca revelan que el libro no merece la pena, y entonces los clientes inteligentes piden que les recomendemos otra cosa, con lo cual los llevamos a ala fuerza hasta un volumen en concreto y les ordenamos que lo lean. Si lo leen y les desagrada, nunca volverán. Pero si les gusta, serán clientes para toda la vida."

Mary Ann Schafer y Annie Barrows, La sociedad literaria y el pastel de piel de patata de Guernsey

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