Esta era la vista nocturna desde nuestro hospedaje. La tranquilidad de la noche hacia olvidar todo el estres diario.
Estuvimos dándonos un pequeño homenaje en un restaurante que conservaba toda la maquinaria de un molino de aceite.
Hicimos algunas rutas de senderismo. En una acabamos viendo esta maravilla de cascada, que teniendo en cuenta lo que había llovido en días anteriores, tenía este aspecto y un ruido que acompañaba.
También nos levantamos a las 5:30 para comenzar una excursión a la Raña a las siete de la mañana y poder ver a jabalíes con sus crías, a ciervos, a buitres, águilas... Muy recomendable. El madrugón mereció la peña.
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