Un mensaje inesperado a las tantas de la noche del martes y ganas de ver mi ex-barrio laboral y, sobre todo, a mis amigas han hecho que hoy me salte la clase de Pilates.
Me he compuesto el atuendo y he viajado en mi añorado tren de Cercanías. Sí, cuando no vas con la legaña pegada, el tiempo justo y tienes asientos de sobra, el viajar el tren se echa de menos. De hecho, he empezado a escribir esta entrada en el vagón. Comprobado: los trenes inspiran la escritura.
(El libro no lo he leído, pero el autor me gusta. Apuntado en la lista)
Tienen razón mis compañeros de asiento; Madrid no se ve de tanta polución. No hay ni Pirulí ni torres en el horizonte. Comentarios medio-ambientales aparte, me gusta ir -aunque ya sale por un dinero-
Un café con una buena amiga siempre anima y, si luego se une otra más, mejor. Despejas ideas y sentimientos.
Luego a correr un poco, la hora de la salida del colegio es inamovible, y la hora de trayecto es la que hay. Sin embargo me ha dado tiempo a parar en una
panadería en la Plaza de las Salesas -que frecuentaba cuando trabajaba en la zona- y comprar 3 panes para casa. Toca congelar algunas rodajas para disfrutarlas durante más tiempo. Como curiosidad os diré que en esta panadería te dan las hogazas rebanadas, si así lo quieres. Eso es muy útil si quieres congelar, como es mi caso.
Y hoy cuelgo fotos, hoy soy egoblogger tipo 1.0: por que sí, por que hoy es hoy...como una caja roja de esas.